Roller derby en Argentina

Escribí la nota de tapa sobre el furor del roller derby en Argentina para el Suple NO, del Diario Página/12. Acá, la versión online. Además, alguien hizo un tópic en Taringa donde se habló de la nota.


Por Hernán Panessi 

“Si quieren este campo, primero tienen que anotar un gol”. Mientras, un rugbier lanza con fuerza una pelota del tal deporte. El destino, un arco de fútbol. Y aquel dilema tiene por objeto quedarse con la cancha. Que es la única, de todos y de ninguno. La misma escena se repite con un jugador de handball. Luego, con uno de baseball. Todas las situaciones tienen un mismo final: el arquero ataja lo que le tiran. Claro, debajo de los tres palos está Benji Price. Y aquella escena correspondiente a Los Supercampeones tiene su espejo –casi perfecto, su doppelgänger- en algún lugar del centro-sur de la Capital Federal. Ahí, una docena de kickboxers, un puñado de skaters, dos equipos de fútbol, cinco breakdancers y hasta una nena persiguiendo la blancura de un panadero tienen como objetivo quedarse con la pista. Y los Benji Price de esta situación serán los Thunderquads, uno de los primeros equipos masculinos de roller derby en Argentina. Ellos, con su bravura, se quedarán con el campo. 

Shzzz. Una muchacha petisa de contextura física delgada y huesos gráciles se estrola de jeta contra cuatro mujeres gigantes tamaño XXL. Forcejean. La petisa logra esquivarlas. Da una vuelta completa a la pista. Festeja un tanto. Shzzz: el sonido que hacen los patines tras deslizarse por la pista. En uno de los costados, una gran mancha negra sobre una pared blanca devela las huellas de un crimen gozoso: ahí, donde no hay más que espacio libre, se cocinaron hamburguesas. En la pared, un póster arrancado de Los Olestar. Y de fondo, un sonido MP3 esputado por un parlante desconado invita al baile. El lugar, Parque Chacabuco. Allí entrena el Team Argentina de roller derby femenino. “Fuimos al mundial con ocho meses de roller derby encima”, dice María Marta Berdiñas, también conocida como Barbiturik, la más suelta y verborrágica de las chicas. Ella es abogada, tiene 38 años y aprendió a patinar hace dos. Aún así, es una de las jugadoras más aguerridas del país. Hay que decirlo: en 2011 se realizó el mundial de roller derby en Canadá. Argentina terminó última. Sin embargo, aquella experiencia fue niveladora: incorporaron data, se hicieron de contactos, prometieron volver. Es que el deporte nació en la década del ’20 en -¿dónde más?- los Estados Unidos. Se popularizó en los ’70 y hoy, allí, aunque persiste en instancias de profesionalización, devino en la mayor potencia en el mundo.  

El roller derby es un deporte basado en el patinaje sobre ruedas formado alrededor de una pista oval. Sí, aquí no hay pelota. Es un deporte predominantemente femenino –aunque es practicado por hombres y hasta existen partidos mixtos- que bebe de las mieles de la subcultura punk y, fundamentalmente, del grrrl power feminista. En lo estrictamente formal, se juegan dos tiempos de media hora cada uno. Las canchas, que pueden ser de cemento alisado o de baldosas, tienen dimensiones oficiales de 20 x 30. Y la edad mínima para participar es de 18 años. “Tuve mil nombres. El nombre te encuentra”, señala Mojo Jojo, de 43 años, uno de los más veteranos del país. ¿¡Mojo Jojo!? Es que, para identificarse, cada jugador desdobla su personalidad en un “derby name”, un alter ego para la pista. Ajám, aunque su DNI rece Andrés Parra, él es Mojo Jojo. A la sazón, sobre las espaldas transpiradas aparecen derby names de los más pop como Hulka, Turbo Negra, Beetlejuice, Carla Skywalker, Armando Barreda, Juggernaut, The Beast, Obi Jwan o Batman. Del mismo modo, son de la partida equipos como Alianza Rebelde (la fuerza de resistencia del universo Star Wars), oriundos de La Plata, o Death Star (La Estrella de la Muerte, también de Star Wars), de Mendoza, o Pink Flamingos (haciéndole honor a aquella gema trash del ídem John Waters), nativos de Capital Federal. Por su parte, es muy común ver en las espaldas de los players el número 314 por Pi (¡neeeerds!) o el 1 por “one up” (una vida extra, concepto tomado de los videojuegos). Una particularidad: en instancias mundialistas, a la selección argentina masculina se le sumará Rafael Guevara, Sin Diesel (por Vin Diesel, claro), un gringo-criollo que vive hace años en Washington D.C. Así, el roller derby, que invadió nuestro país en estos últimos años, ya ha encontrado, más rápido de lo que se desliza un patín, su propio mecanismo referencial. Y, no hay dudas: se expande como un virus, crece como una epidemia, se instaura como la vanguardia, de la vanguardia, de la vanguardia. Así, entonces, todas estas personas abandonan sus vestiduras, sus trabajos, sus amores, sus problemas, para entregarse al fino arte del amasijo: roller derby es contacto físico. Y el que no lo hace, pierde.  

“Es, fundamentalmente, un deporte en equipo”, apunta Eterna Inocencia, seudónimo de Anabela Chasampi Philco, una de las pioneras circa 2010, cambiándose –el pantalón oscuro por una calza cortita- para entrenar. Basado en dos pilares –la estética y el contacto-, el roller derby populariza su camino a fuerza de proselitismo y voluntad. “Pagamos una cuota de $50 por mes para generar movidas: comprar las camisetas, hacer flyers y esas cosas”, agrega Pablo Esquivel, que responde al alias de Optimuz Quad y es, según coinciden compañeros, rivales y aficionados, el Messi del deporte. Eterna Inocencia y Optimuz Quad son pareja. Ella es jugadora de la 2x4; él, un Thunderquads. Y resulta muy común que el roller derby junte parejitas. Muchas, coloridas: sobre la maraña de cuerpos entre atléticos y portentosos, abundan los rayos y destellos de la bandera LGBT. “A las minas les gusta el que se destaca. A los chicos también”, dice alguien al pasar. Y el roller derby es, ante todo, un deporte plural. 

En nuestro país, nace emulando al cine. Allí, un grupo de chicas, cebadas por Whip It, film norteamericano protagonizado por Ellen Page y dirigido por Drew Barrymore, donde unas féminas se pasan de piruetas y feromonas pintando el mundo del roller derby, pensaron que estaría bueno hacer lo mismo que vieron en pantalla. Meses después, tras militar el proyecto, aquella camada inicial se multiplicó. Compraron equipos, agitaron por Facebook, se rasparon los codos, fueron al mundial. “Ahí terminamos de entender bien las reglas”, recuerda Barbiturik. Y si bien aquella experiencia no fue la más fructífera en términos de palmarés, sí lo fue en legitimación. En el mundial, organizado por la publicación especializada Blood & Thunder, Argentina jugó contra Irlanda, Inglaterra, Suecia y Escocia. El dato: muchas de estas selecciones tienen en sus filas a medallistas olímpicas en patín. Otro más: http://rollerderbyworldcup.com/ es el site donde puede revivirse el cuento. Y este año, por segunda vez consecutiva, las All-Stars locales emprenderán viaje hacia Dallas para representar, nuevamente, a nuestro país. La posta: ya son parte del circuito. 

Ahora mismo, al igual que la liga norteamericana, el roller derby femenino nac & pop está en off-season hasta marzo. Para esa fecha, volverán a competir. Mientras tanto, se entrenan duro y reclutan gente. A las nuevas las llaman “frescas”. Serán, más tarde, si gozan de las cualidades y la fidelidad necesaria, parte del equipo de reserva. Las más antiguas, las pioneras, brindan charlas introductorias al deporte. Y, ocasionalmente, como sucedió el año pasado en Mar del Plata, jugadoras clase A del Team USA, vienen al país para brindar clínicas. Así las cosas, el roller derby va profesionalizándose. De hecho, el equipo 2x4 Roller Derby, el Barcelona local, ganó el torneo latinoamericano. Ahí, Hulka, una de sus players más robustas, fue elegida como la mejor bloqueadora del continente. Y las chicas también tienen a su Messi: Macarena Papalardo, más conocida como Makilombera, una muchacha de baja estatura, con habilidad de gacela, capaz de esquivar con facilidad a los tótems más inmensos y sólidos. Ella es lo que se conoce en la jerga como una “triple amenaza”: es jammer, bloqueadora y pivote. En los tres puestos, Makilombera es 10 puntos. Esquiva, saca ventaja, celebra con el puño en el aire. Sus compañeras hacen un gesto de aprobación, sus rivales se agovian. Y gracias a todos ellos, el roller derby –estrolándose, forcejeando, dando vueltas completas- ya empezó a girar y a sumar puntos en nuestro país. Shzzzzzzzz. 

El Messi del roller derby 
“No aguanto más”. Cuando se le pregunta sobre el primer mundial de roller derby masculino, Pablo Esquivel desespera. Jugador de los Thunderquads y, asimismo, capitán del seleccionado argentino, Esquivel fue camionero, pintor y ahora trabaja como albañil. Entrena tres veces por semana y llegó a gastar $1000 dólares en unos patines marca Antik que compró por Internet. Entre tanto, en medio del reconocimiento de sus pares y debajo de la cinta de líder, el Messi del deporte sufre los embates del amateurismo: está lesionado de un brazo –producto de un empujón en pleno partido contra los Buenos Aires Conspiracy, el Boca vs. River local- y pagó, ladrillo por ladrillo, peso a peso, su pasaje a Inglaterra. Es que aquí no hay grandes marcas que patrocinen, acá no existen los contratos millonarios. Tampoco obras sociales. Ni siquiera hay apoyos estatales que sostengan a estos deportistas. Aún así, pese a tales tribulaciones, este Messi de pecho ancho y porte de patinador sagrado, está ilusionado, con muchas ganas y muy esperanzado. Siente que, a fuerza de voluntad y compañerismo, pueden dar un lindo espectáculo. “Ya está el fixture. Jugamos contra Estados Unidos, Canadá y Francia, pero debutamos contra los ingleses”, dice Optimuz Quad. “A Inglaterra le quiero ganar hasta en la bolita”, agrega. 
—¿Crees que el mundial va a ayudar para la profesionalización del deporte? 
—Falta tiempo para eso, pero creo que va a nivelarnos.  
—Si vos sos el Messi del roller derby, ¿hay algún Cristiano Ronaldo? 
—Sí, claro: Thunderbird, Nicolás Manghi. ¡Es buenísimo y se gana a todas las minas! 
—¿Y qué le dirías a alguien que quiere arrancar a jugar? 
—Que venga. Lo lindo es que no hace falta saber patinar para hacer roller derby. Se aprende, yo tuve que aprenderlo y lo hice. 

¿Cuánto vale equiparte para practicar roller derby? 
Suena el silbato y rueda el roller derby. Un puñado de jóvenes se agolpa. Una maraña de brazos se agitan para tomar ventaja. Alguien queda con la cara en el asfalto. Nada pasa, lleva casco. Visualmente, el roller derby regala las mejores postales de la actualidad. Looks colorinches, cuerpos fibrosos, culos duros y musculatura de patín. Sin embargo, una verdad: armarse para practicar roller derby no es barato. Por eso, una rápida visita por Mercado Libre nos muestra que unos patines genéricos valen desde $1040 hasta los $2800 de la marca Riedell. Un par de rodilleras oscila los $500. Las coderas, $250. Asimismo, hacen falta muñequeras para protección. Otros $250 por ahí. Es menester, también, un bucal -para proteger los dientes- que puede encontrarse en cualquier Farmacity desde $25. Por último, el casco: con valores que van desde los $260 hasta los $600. Un cálculo veloz, con lo más barato de la palestra, otorga la friolera suma de $2665. Eso, como para arrancar. Además, hace falta ropa holgada, cómoda, remeras de algodón, joggins o calzas. Y saber que, en general, las ruedas –lo que más rueda y hace rodar la fábula- son las primeras en gastarse. 

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