Ciclo: "Yo le digo NO a la trata"

Escribí una nota sobre el ciclo "Yo le digo NO a la trata" para el portal Infojus Noticias, del Ministerio de Justicia de la Nación. Acá, el link.

El ciclo de cine “Yo le digo NO a la trata”, compuesto por largos y cortometrajes, busca concienciar a la población, vía trabajos audiovisuales, sobre el delito de la trata de personas para la explotación sexual. Organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la Fundación María de los Ángeles, el ciclo se lleva a cabo en el Espacio Cultural Unzué (ex Asilo Unzué, en Río Negro y el mar), de la ciudad de Mar del Plata, todos los viernes de enero y el 7 de febrero, a las 19.30Hs. Aquí, un resumen de la programación. 

La Guayaba, de Maximiliano González 

Florencia, adolescente de 17 años, vive junto con sus cuatro hermanos en una humilde casa de las afueras de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones. Será engañada con una promesa laboral y forzada a trabajar en un cabaret rutero. Desde el drama social, “La Guayaba” (2012) muestra las humillaciones y torturas que recibe siendo una esclava del lugar. “Creo que ningún otro arte como el cine ha conseguido reflejar y transmitir las diferentes culturas y problemáticas de un lugar y una sociedad hasta universalizarlos, creando una conciencia colectiva sobre esa realidad”, dice a Infojus Noticias Maximiliano González, su director. Y agrega: “Lo que intentamos es lograr hacer visible esa problemática a través de la ficción, abriendo así el debate de cómo vemos esta situación delante nuestro y al mismo tiempo la sociedad parece mirar para otro lado”. 


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Nina, de Sofía Vaccaro 

En una colonia rural de Oberá, en Misiones, vive Nina, una joven de 16 años que trabaja en una chacra para ayudar a su familia. Y aquello, por caso, le ocasiona un problema: no puede ir a la escuela. Un día, será tentada a viajar a la Capital a raíz del ofrecimiento de un trabajo como niñera. Por su parte, Lourdes, su prima, también recibirá una oferta similar. Ambas serán víctimas inocentes de una pareja que se encarga de captar jóvenes humildes para ser explotadas sexualmente. Basado en hechos reales, el film aborda la temática del reclutamiento, tráfico y trata de niñas con fines de explotación sexual. Asimismo, “Nina” (2010) forma parte de un programa de educación y sensibilización sobre esta problemática en las escuelas secundarias. “Empezó como un proyecto local pero, por abordar esta temática de una manera amena, hizo posible trabajar la película con adolescentes y a nivel preventivo, con los fines de sensibilizar y debatir en torno al tema”, dijo Sofía Vaccaro, su directora, en una entrevista con la Universidad de Cuyo.  

Entrevista a Sofía Vaccaro: https://www.youtube.com/watch?v=vISjfGyElPA  

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MalTRATAda, de Claudio Posse y Natalia Masseroni 

“MalTRATAda (2013) es un docu-ficción que aporta en el esclarecimiento sobre la trata de personas con fines de explotación, teniendo en cuenta la matriz cultural de la sociedad capitalista y patriarcal”, comenta a Infojus Noticias Claudio Posse, uno de los realizadores del film. “Uso la peli como una expresión de militancia”, añade. La película fue declarada de Interés para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la Ciudad por la Legislatura porteña. Y refleja la estructura y el negocio de la trata de personas en Argentina recorriendo diferentes testimonios y situaciones que develan una arquitectura mafiosa. ¿Hay connivencias? Sí: del poder político, las fuerzas de seguridad, los medios de comunicación, los empresarios y hasta de la Justicia. “El primer contacto que tuve cuando empecé a realizarla fue con Susana Trimarco e inmediatamente con Zaida Gatti. Desde su lugar, ambas me cambiaron el bocho. Yo tenía una visión muy progre del tema y terminé tomando una postura más compleja del tema”, agrega el director. “Lo que más me interesó es mostrar el rol del Estado y develar que sin su participación, el tema no es solucionable”, concluye. 


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La Mosca en la Ceniza, de Gabriela David 

Por alguna razón, en el programa Periodismo Para Todos, el periodista Jorge Lanata despotricó contra “La Mosca en la Ceniza” (2010). Por eso, en respuesta, su productor Enrique Angeleri escribió una carta pública donde instaba a Lanata a que “se rectifique públicamente de sus afirmaciones” debido a que “con información infundada e incompleta, tergiversa, desacredita y agravia a la cineasta”. “La Mosca en la Ceniza” es un drama que gira en torno a la amistad de dos jóvenes del interior del país que, mediante engaños, son traídas a la gran ciudad para ser explotadas como prostitutas. Con un elenco clase A –Luis Machín, Luciano Cáceres, Cecilia Rossetto, Ailín Salas, Dalma Maradona y la lista sigue-, el largometraje obtuvo respaldo del público y la crítica, además de engordar su palmarés con premios de varios festivales. Lamentablemente, Gabriela David, su directora, falleció en noviembre de 2010, luego de pelear contra una grave enfermedad durante quince años. 


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Bajo el cielo azul, de Martín Salinas 

Hay una chica sentada sobre un palote de madera. Canta una canción de amor. No hay más palabras: aquello basta. ¿El escenario? Una choza en Corrientes a la hora de la siesta. Ahí, unas niñas juegan: se visten, se pintan, se lookean. Juegan, sí, a ser adultas. Una chica se esconde en el río y luego entrega un dinero sobre la mesa. Un auto llega a la puerta de la choza y la chica que canta se sube. Inmediatamente otra, una de las que jugaba, ocupa su lugar. Silencio y, desde allí, una verdad contada con simpleza. El  cortometraje “Bajo el cielo azul” (2012) mezcla la inocencia con la perversidad. Y logra su cometido: señalar con el dedo una problemática que está a la vista de todos. 

Corto completo: http://vimeo.com/48776449  

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Trata, de Víctor Postiglione 

La película refleja la búsqueda de un padre que utiliza sus propios medios para salvar a su hija, víctima de la trata de personas. “En mi peli toco el punto de vista de la familia y los recursos que utilizan para buscar a las victimas. Uso el punto de vista de un padre, algo que se ve muy poco”, dijo el cineasta Víctor Postiglione a Infojus Noticias. El corto “Trata” (2011) consigue transmitir los ambientes oscuros, plomizos y asfixiantes que giran alrededor de una joven secuestrada. Postiglione: “Mi idea fue dejar un mensaje optimista y esperanza para las personas que hace tantos años andan en la búsqueda de sus hijos. Para que no los dejen de buscar”. 


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Las rutas de la trata, de la Fundación María de los Ángeles 

La ruta es el tejido que une geografías. La ruta, también, guarda un secreto. Por su pavimento se trasladan para el comercio: ganado, granos, productos industriales pero, también, personas. La Fundación María de los Ángeles y La Casa del Encuentro realizaron este cortometraje con el objetivo de sensibilizar a chóferes de camiones en el tema de la trata de personas. Este trabajo viene a acompañar una acción concreta: la firma de un convenio con la Federación Argentina de Entidades Empresarias de Autotransporte de Cargas (FADEEAC) mediante el cual se capacitarán a más de 330 mil conductores por año. El documental arroja cifras escalofriantes: en la actualidad, hay más de 12 millones de personas víctimas de las redes de trata. Y de esa cantidad, 1.2 millones son niños y niñas. El dato: 145, disponible las 24Hs, es el número a conocer para hacer denuncias en contra de la trata.  

Roller derby en Argentina

Escribí la nota de tapa sobre el furor del roller derby en Argentina para el Suple NO, del Diario Página/12. Acá, la versión online. Además, alguien hizo un tópic en Taringa donde se habló de la nota.


Por Hernán Panessi 

“Si quieren este campo, primero tienen que anotar un gol”. Mientras, un rugbier lanza con fuerza una pelota del tal deporte. El destino, un arco de fútbol. Y aquel dilema tiene por objeto quedarse con la cancha. Que es la única, de todos y de ninguno. La misma escena se repite con un jugador de handball. Luego, con uno de baseball. Todas las situaciones tienen un mismo final: el arquero ataja lo que le tiran. Claro, debajo de los tres palos está Benji Price. Y aquella escena correspondiente a Los Supercampeones tiene su espejo –casi perfecto, su doppelgänger- en algún lugar del centro-sur de la Capital Federal. Ahí, una docena de kickboxers, un puñado de skaters, dos equipos de fútbol, cinco breakdancers y hasta una nena persiguiendo la blancura de un panadero tienen como objetivo quedarse con la pista. Y los Benji Price de esta situación serán los Thunderquads, uno de los primeros equipos masculinos de roller derby en Argentina. Ellos, con su bravura, se quedarán con el campo. 

Shzzz. Una muchacha petisa de contextura física delgada y huesos gráciles se estrola de jeta contra cuatro mujeres gigantes tamaño XXL. Forcejean. La petisa logra esquivarlas. Da una vuelta completa a la pista. Festeja un tanto. Shzzz: el sonido que hacen los patines tras deslizarse por la pista. En uno de los costados, una gran mancha negra sobre una pared blanca devela las huellas de un crimen gozoso: ahí, donde no hay más que espacio libre, se cocinaron hamburguesas. En la pared, un póster arrancado de Los Olestar. Y de fondo, un sonido MP3 esputado por un parlante desconado invita al baile. El lugar, Parque Chacabuco. Allí entrena el Team Argentina de roller derby femenino. “Fuimos al mundial con ocho meses de roller derby encima”, dice María Marta Berdiñas, también conocida como Barbiturik, la más suelta y verborrágica de las chicas. Ella es abogada, tiene 38 años y aprendió a patinar hace dos. Aún así, es una de las jugadoras más aguerridas del país. Hay que decirlo: en 2011 se realizó el mundial de roller derby en Canadá. Argentina terminó última. Sin embargo, aquella experiencia fue niveladora: incorporaron data, se hicieron de contactos, prometieron volver. Es que el deporte nació en la década del ’20 en -¿dónde más?- los Estados Unidos. Se popularizó en los ’70 y hoy, allí, aunque persiste en instancias de profesionalización, devino en la mayor potencia en el mundo.  

El roller derby es un deporte basado en el patinaje sobre ruedas formado alrededor de una pista oval. Sí, aquí no hay pelota. Es un deporte predominantemente femenino –aunque es practicado por hombres y hasta existen partidos mixtos- que bebe de las mieles de la subcultura punk y, fundamentalmente, del grrrl power feminista. En lo estrictamente formal, se juegan dos tiempos de media hora cada uno. Las canchas, que pueden ser de cemento alisado o de baldosas, tienen dimensiones oficiales de 20 x 30. Y la edad mínima para participar es de 18 años. “Tuve mil nombres. El nombre te encuentra”, señala Mojo Jojo, de 43 años, uno de los más veteranos del país. ¿¡Mojo Jojo!? Es que, para identificarse, cada jugador desdobla su personalidad en un “derby name”, un alter ego para la pista. Ajám, aunque su DNI rece Andrés Parra, él es Mojo Jojo. A la sazón, sobre las espaldas transpiradas aparecen derby names de los más pop como Hulka, Turbo Negra, Beetlejuice, Carla Skywalker, Armando Barreda, Juggernaut, The Beast, Obi Jwan o Batman. Del mismo modo, son de la partida equipos como Alianza Rebelde (la fuerza de resistencia del universo Star Wars), oriundos de La Plata, o Death Star (La Estrella de la Muerte, también de Star Wars), de Mendoza, o Pink Flamingos (haciéndole honor a aquella gema trash del ídem John Waters), nativos de Capital Federal. Por su parte, es muy común ver en las espaldas de los players el número 314 por Pi (¡neeeerds!) o el 1 por “one up” (una vida extra, concepto tomado de los videojuegos). Una particularidad: en instancias mundialistas, a la selección argentina masculina se le sumará Rafael Guevara, Sin Diesel (por Vin Diesel, claro), un gringo-criollo que vive hace años en Washington D.C. Así, el roller derby, que invadió nuestro país en estos últimos años, ya ha encontrado, más rápido de lo que se desliza un patín, su propio mecanismo referencial. Y, no hay dudas: se expande como un virus, crece como una epidemia, se instaura como la vanguardia, de la vanguardia, de la vanguardia. Así, entonces, todas estas personas abandonan sus vestiduras, sus trabajos, sus amores, sus problemas, para entregarse al fino arte del amasijo: roller derby es contacto físico. Y el que no lo hace, pierde.  

“Es, fundamentalmente, un deporte en equipo”, apunta Eterna Inocencia, seudónimo de Anabela Chasampi Philco, una de las pioneras circa 2010, cambiándose –el pantalón oscuro por una calza cortita- para entrenar. Basado en dos pilares –la estética y el contacto-, el roller derby populariza su camino a fuerza de proselitismo y voluntad. “Pagamos una cuota de $50 por mes para generar movidas: comprar las camisetas, hacer flyers y esas cosas”, agrega Pablo Esquivel, que responde al alias de Optimuz Quad y es, según coinciden compañeros, rivales y aficionados, el Messi del deporte. Eterna Inocencia y Optimuz Quad son pareja. Ella es jugadora de la 2x4; él, un Thunderquads. Y resulta muy común que el roller derby junte parejitas. Muchas, coloridas: sobre la maraña de cuerpos entre atléticos y portentosos, abundan los rayos y destellos de la bandera LGBT. “A las minas les gusta el que se destaca. A los chicos también”, dice alguien al pasar. Y el roller derby es, ante todo, un deporte plural. 

En nuestro país, nace emulando al cine. Allí, un grupo de chicas, cebadas por Whip It, film norteamericano protagonizado por Ellen Page y dirigido por Drew Barrymore, donde unas féminas se pasan de piruetas y feromonas pintando el mundo del roller derby, pensaron que estaría bueno hacer lo mismo que vieron en pantalla. Meses después, tras militar el proyecto, aquella camada inicial se multiplicó. Compraron equipos, agitaron por Facebook, se rasparon los codos, fueron al mundial. “Ahí terminamos de entender bien las reglas”, recuerda Barbiturik. Y si bien aquella experiencia no fue la más fructífera en términos de palmarés, sí lo fue en legitimación. En el mundial, organizado por la publicación especializada Blood & Thunder, Argentina jugó contra Irlanda, Inglaterra, Suecia y Escocia. El dato: muchas de estas selecciones tienen en sus filas a medallistas olímpicas en patín. Otro más: http://rollerderbyworldcup.com/ es el site donde puede revivirse el cuento. Y este año, por segunda vez consecutiva, las All-Stars locales emprenderán viaje hacia Dallas para representar, nuevamente, a nuestro país. La posta: ya son parte del circuito. 

Ahora mismo, al igual que la liga norteamericana, el roller derby femenino nac & pop está en off-season hasta marzo. Para esa fecha, volverán a competir. Mientras tanto, se entrenan duro y reclutan gente. A las nuevas las llaman “frescas”. Serán, más tarde, si gozan de las cualidades y la fidelidad necesaria, parte del equipo de reserva. Las más antiguas, las pioneras, brindan charlas introductorias al deporte. Y, ocasionalmente, como sucedió el año pasado en Mar del Plata, jugadoras clase A del Team USA, vienen al país para brindar clínicas. Así las cosas, el roller derby va profesionalizándose. De hecho, el equipo 2x4 Roller Derby, el Barcelona local, ganó el torneo latinoamericano. Ahí, Hulka, una de sus players más robustas, fue elegida como la mejor bloqueadora del continente. Y las chicas también tienen a su Messi: Macarena Papalardo, más conocida como Makilombera, una muchacha de baja estatura, con habilidad de gacela, capaz de esquivar con facilidad a los tótems más inmensos y sólidos. Ella es lo que se conoce en la jerga como una “triple amenaza”: es jammer, bloqueadora y pivote. En los tres puestos, Makilombera es 10 puntos. Esquiva, saca ventaja, celebra con el puño en el aire. Sus compañeras hacen un gesto de aprobación, sus rivales se agovian. Y gracias a todos ellos, el roller derby –estrolándose, forcejeando, dando vueltas completas- ya empezó a girar y a sumar puntos en nuestro país. Shzzzzzzzz. 

El Messi del roller derby 
“No aguanto más”. Cuando se le pregunta sobre el primer mundial de roller derby masculino, Pablo Esquivel desespera. Jugador de los Thunderquads y, asimismo, capitán del seleccionado argentino, Esquivel fue camionero, pintor y ahora trabaja como albañil. Entrena tres veces por semana y llegó a gastar $1000 dólares en unos patines marca Antik que compró por Internet. Entre tanto, en medio del reconocimiento de sus pares y debajo de la cinta de líder, el Messi del deporte sufre los embates del amateurismo: está lesionado de un brazo –producto de un empujón en pleno partido contra los Buenos Aires Conspiracy, el Boca vs. River local- y pagó, ladrillo por ladrillo, peso a peso, su pasaje a Inglaterra. Es que aquí no hay grandes marcas que patrocinen, acá no existen los contratos millonarios. Tampoco obras sociales. Ni siquiera hay apoyos estatales que sostengan a estos deportistas. Aún así, pese a tales tribulaciones, este Messi de pecho ancho y porte de patinador sagrado, está ilusionado, con muchas ganas y muy esperanzado. Siente que, a fuerza de voluntad y compañerismo, pueden dar un lindo espectáculo. “Ya está el fixture. Jugamos contra Estados Unidos, Canadá y Francia, pero debutamos contra los ingleses”, dice Optimuz Quad. “A Inglaterra le quiero ganar hasta en la bolita”, agrega. 
—¿Crees que el mundial va a ayudar para la profesionalización del deporte? 
—Falta tiempo para eso, pero creo que va a nivelarnos.  
—Si vos sos el Messi del roller derby, ¿hay algún Cristiano Ronaldo? 
—Sí, claro: Thunderbird, Nicolás Manghi. ¡Es buenísimo y se gana a todas las minas! 
—¿Y qué le dirías a alguien que quiere arrancar a jugar? 
—Que venga. Lo lindo es que no hace falta saber patinar para hacer roller derby. Se aprende, yo tuve que aprenderlo y lo hice. 

¿Cuánto vale equiparte para practicar roller derby? 
Suena el silbato y rueda el roller derby. Un puñado de jóvenes se agolpa. Una maraña de brazos se agitan para tomar ventaja. Alguien queda con la cara en el asfalto. Nada pasa, lleva casco. Visualmente, el roller derby regala las mejores postales de la actualidad. Looks colorinches, cuerpos fibrosos, culos duros y musculatura de patín. Sin embargo, una verdad: armarse para practicar roller derby no es barato. Por eso, una rápida visita por Mercado Libre nos muestra que unos patines genéricos valen desde $1040 hasta los $2800 de la marca Riedell. Un par de rodilleras oscila los $500. Las coderas, $250. Asimismo, hacen falta muñequeras para protección. Otros $250 por ahí. Es menester, también, un bucal -para proteger los dientes- que puede encontrarse en cualquier Farmacity desde $25. Por último, el casco: con valores que van desde los $260 hasta los $600. Un cálculo veloz, con lo más barato de la palestra, otorga la friolera suma de $2665. Eso, como para arrancar. Además, hace falta ropa holgada, cómoda, remeras de algodón, joggins o calzas. Y saber que, en general, las ruedas –lo que más rueda y hace rodar la fábula- son las primeras en gastarse. 

Los bañeros más locos del mundo

Defendí a Los bañeros más locos del mundo en La Autopista del Sur, derecho al cine, por AM 750. Porque puedo. El audio, acá.

Todos Somos Discapacitados Emocionales

La cosa es así: Zabo organizó un evento llamado #TodosSomosDiscapacitadosEmocionales. Hubo cine, pintura, stand-up, música en vivo y debates. ¿El lugar? El Universal, en el monono barrio de Palermo Soho. El jueves 16 de enero participé de una charla sobre "El amor, el ego y los miedos" junto con el actor Hernán Morán y el experto en coaching Oscar Schmitz. Lo interesante es que hay un testimonio de aquella charla. Está, de pé a pá, completa, acá.

Porno hipster

Escribí sobre "Porno hipster" en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.


Por Hernán Panessi

Podés mirar pero no tocar. Aun así, la onda –siempre- es pertenecer. Como sea. Pero si el acceso infiere posarse sobre un colchón trendy, la experiencia se vuelve más interesante. Y una rápida visita a XVideos, YouPorn, RedTube o a cualquier portal XXX de contenido fragmentado devela, cada día, la creación de nuevos tags. Y la novedad –siempre- es pertenecer. Vale decirlo: desde ahí, mientras la posmodernidad intenta desprenderse de su última vestidura, la industria del mete-saca doblega el cuento inventando el porno indie. Sí, ustedes lo pedían, ustedes lo querían, ahí lo tienen: llegó el porno para hipsters.

Un vaso de Starbucks con el nombre de “April” y unos lentes de marcos gruesos pasados por Instagram enchulan el rostro de una veinteañera deliciosa. La foto, por caso, cumple con todos los requisitos para formar parte del mundo de lo pretendidamente cool en Internet. Clic y podés ser vos, vos o vos. Sin embargo, esa contraseña un tanto genérica –clic, subir imagen, más favoritos, más RT, más popularidad- se ensancha como la más pop de todas las vaginas resignificándose gracias al oficio de aquella “April”: es pornostar y consume muecas del hipsterismo. Su nombre artístico, April O’Neill, alude a la mítica reportera de Las Tortugas Mutantes Ninjas. Y esta nueva y más kinky April O’Neill no es periodista pero sí es fanática de Las Tortugas, tiene en su cuarto un mural de Galactus de Los Cuatro Fantásticos, se hace mechitas violetas en el pelo, va a la Comic-Con de San Diego, come pizzas de pepperoni, se saca fotos en cuatro patas y lo muestra todo, todo, todo en: http://www.heyitsapril.com/

Y sujeto desde un tendal de pura juventud -hay  piercings, ropa vintage y tatuajes cubriendo los pliegues de unos cuerpos perfectos-, se agiganta el hecho de completar una experiencia: la pornstar que deseás es, también, una ñoña como vos. De nuevo: podés mirar pero no tocar. Asimismo, acortando esa distancia plástica de súper voluptuosidad genital tan presente en el imaginario porno de los ochenta y noventa, el porno hipster se acerca al consumidor desde la identificación, desde la empatía y desde cierta sencillez entre impostada y verosímil. Por todo eso, la construcción de personajes reales –afortunados, sí, pero reales al fin- proclama una vivencia íntima entre quien digita las triple W masturbatorias y quien vende su carne para poder pintarse el mural de Galactus en su cuarto, hacerse mechitas violetas en el pelo e ir a la Comic-Con de San Diego.

Un momento: hay que aclarar que el primer password al porno hipster no es otra que Sasha Grey. La misma chancha que se revolcó con un osito de peluche, se chupó las axilas con la puerquísima Belladonna (otra ídola pop, ¿será ella la más extrema?, ¿lo será Cytherea?, ¿Alexis Texas? ¿Rebecca Linares? ¿Lisa Ann? ¿Jenna Haze? ¡Ay!), se tomó su propio meo y desfilo en tanga en cuanto video exista en la red es, ahora, actriz de Hollywood. Ah, y best seller mundial. Ah, y la cultura pop la puso –como al Che Guevara, como a Don Ramón, como a tantos otros- ilustrando las remeras de millones de fanáticos que ven en su rostro a un ícono sideral. Así las cosas, el dato no es menor, marcas de ropa –incluso la local Hang the T-Shirt- usan su cara para vender. Por si fuera poco, actuó con Steven Soderbergh en The Girlfriend Experience. Además, posó para la tapa de “Zeitgeist”, el último disco de Smashing Pumpkins. Y, claro, escribió La Sociedad Juliette convirtiéndose en un fenómeno de ventas. Y Santa Sasha Grey es el ejemplo más completo de la sofisticación hecha en favor de la industria: compra blu-rays del prestigioso sello Criterion Collection, lee alta literatura, nos lo cuenta en Twitter, se toma el meo.

Entre tanto, en la senda de Xuxa o Panám, un poco arrepentida de su “pasado”, otro poco no, Sasha Grey se hace un espacio para leer cuentos infantiles en jardines de infantes. Además, ya metió personaje en la serie Entourage y todo parece indicar que seguirá camino en el cine grande. Mientras, sus fanáticos gastan sus morlacos en el libro que la catapultó al panteón de “autora de culto”. Otra vez: podés mirar y leer, pero no tocar. Y así, destruyó el reinado de esa máquina construida para poner quenchis a las mujeres cincuentonas llamada Las 50 Sombras de Grey y se hizo paso, con justicia y sin depilarse casi nunca el monte de Venus, en el trono por la lit-porn.

No es casualidad que el nuevo gran actor porno norteamericano, lugar de confort donde supieron brillar desde Rocco Siffredi, pasando por Ron Jeremy hasta Kid Bengala (33 centímetros, googlear para creer), sea un hipster: James Deen. Y la misma industria que inventó a un rebelde sin causa como James Dean (el de Rebelde sin Causa, claro) supura a un portentoso varón de características matonas pero, sí, con lentes marco grueso. Por eso, en la fábula de noviazgo chic que venden junto a la actriz Stoya (tienen hasta un site que les rinde homenaje: http://deenstoya.tumblr.com/), puede distinguirse cierto anhelo de modernidad.
Tampoco es una contingencia azarosa que, por ejemplo, James Deen, el Michael Cera del porno indie, quien ya tiene un competidor llamado Dale Cooper (ajám, como el de Twin Peaks), haya sido uno de los primeros en probar los Google Glass en el planeta. De hecho, fue el pionero en hacer una porno –junto con la también hip Andy San Dimas- utilizando los lentes de realidad aumentada. ¿A Deen le falta pop? Pues, hay mucho más pop: ahora, co-protagoniza The Canyons, film dirigido por Paul Schrader, el mítico guionista de Taxi Driver y Toro Salvaje, donde hace de novio de Lindsay Lohan.

Asomándose de ese paraíso posmo que es Tumblr, Hot Hipster Girls (que atiende acá:  http://hothipstergirls.tumblr.com/) recopila lo mejor y más selecto en materia de “chicas hipsters”. Y ante tal furor, develar el entramado de porqués resulta cada vez más simple: el hipsterismo copó la parada en lo social –qué es y hacia dónde va es otro cantar- y la cyber-brecha en comparación con la realidad, hoy, es ninguna. Por eso, los calientes humanos que sobresalen en la vida real también lo hacen entre los fríos ceros y unos.

En esa misma senda hay un buen puñado de blogs gays que remiten específicamente a la temática (entre otros, http://justagayhipster.tumblr.com/ o http://gayhipsterpornblog.com/), una transexual alemana llamada Nicole –más del palo homemade- y una serie, Nubiles Porn (http://nubiles-porn.com/), donde sus partícipes –que podrían ser, sin dudas, las próximas estrellas de la industria- hacen bien musculoso este flamante sub-género.

Y mientras exista un filtro Instagram y unos lentes con marcos gruesos, este nuevo porno –que emula a la vida, que es la vida- eyaculará modernidad, chicas desnudas, autofotos en cafeterías de esas que –siempre, como el mismísimo porno, en tanto “espectador pasivo”- rotulan los vasos con tu nombre dando la sensación –siempre, siempre- de pertenecer y habilitando –siempre, siempre, siempre; aquí su complejidad- a que puedas mirar pero no tocar.

El Ciclo Infinito

Escribí sobre El Ciclo Infinito para el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.

Por Hernán Panessi

Press start button. En 120 historia del cine, el director y escritor alemán Alexander Kluge dice que el nuevo cine surgirá sin que nadie lo planifique. Por eso, no deja de sorprender que llegue a las pantallas –en medio de la modernidad y la impostura- un artefacto tan extraño como El Ciclo Infinito, de Zoltan Sostai. Un film hecho –adrede- como si se tratara de una cinemática de un videojuego.

Ya lo probó Final Fantasy: El espíritu en nosotros y lo subrayó fuerte –con otra intención, mismo resultado- Sucker Punch: Mundo surreal. Acá hay una ausencia: la del joystick. 78 minutos de un render en tiempo real. Pero: ¿qué es una cinemática? Una secuencia de video a través de la cual el jugador no tiene control de lo que acontece. Y así, una incomodidad. Y asá, donde los bytes hacen mella de la falta de calor humano o del exceso de ceros y unos, El Ciclo Infinito –pese a que Internet y ciertos festivales internacionales se encargaron de agigantarla- gravita bien en el medio de la confusión cinéfila y cierto goce joystickero.

En la historia, Jack, un astronauta perdido, necesita encontrar la salida de un extraño laberinto cibernético que lo conduce por varias habitaciones. Para escapar, necesitará de unas contraseñas. Atrapado en ese mundo virtual que está a punto de desaparecer, Jack deberá ayudarse de los personajes que irá encontrando para poder dar con el punto de fuga y volver, de esta forma, a la realidad.

El Ciclo Infinito, ópera prima del húngaro Sostai, sujeta en una animación hiperrealista, aunque lejos de gemas futuristas como Tron: El Legado o del desparpajo suntuoso de Ralph: El Demoledor, es, asimismo, El Ciclo Interminable. La dinámica de punto de partida –el astronauta vuelve constantemente sobre sus pasos- dificulta el avance o construcción de una trama posible: es un videojuego en el cine, no una película basada en un videojuego.

Y, pretendidamente, el cine del futuro -¿será éste?, ¿será aquel?, ¿no será ninguno?- busca causar en el espectador el cuestionamiento retórico de: ¿hacia dónde vamos? Y también se sabe: el futuro llegó hace rato; todo un palo, videogames. Pero en el intento, este armatoste electrónico no se rescata entre la masturbación de su propia ruptura –de nuevo: 78 minutos de pura cinemática- y una historia distópica de agujeros espacio-temporales que ya vimos anteriormente. Incluso, en mejor factura. Y con todo aquello a cuestas, una particularidad: nuestro país fue el primero en estrenar comercialmente este largometraje a nivel mundial.


Y bajo el influjo del futuro –que ayer fue vanguardia, luego un estándar, más tarde demodé y hoy futuro nuevamente- se estrenó, para consumir con lentes anaglifos, en 3D. El experimento por un nuevo cine, llevándole la contra a Alexander Kluge y a buena parte de la modestia, terminó siendo planificado. Y tanto la modernidad como la impostura se preguntan al unísono: ¿cuál será el botón para adelantar esta cinemática? Press any button to continue.

Kung Fury

Nota sobre Kung Fury en el Suple NO, de Página/12. Acá, la versión online.


| Por Hernán Panessi

Instrucciones de uso: agarrar todo el cine de súper acción de los ochenta y tirarlo a la basura. Nada más. Y tras hallar a la taquicardia en sintonía fina con la emoción, la nerdencia no para de transpirar ansiedad al conocer el trailer de Kung Fury. ¿El trailer de qué? Una demencia brutal que busca financiamiento vía la plataforma Kickstarter.

Se trata de una espectacular comedia de acción con un fuerte anclaje visual en el imaginario de los policiales ochenteros. Dirigida y protagonizada por David Sandberg, King Fury mezcla como una coctelera rock & pop a dinosaurios, vikingos, robots, arcades que disparan a rolete –no, no leyeron mal-, dioses, expertos en kung-fu y abiertas referencias al riñón más profundo del cine clase B. ¿Algo más? Sí, nazis.

¡Púm!, patada en la cara. Y Kung Fury aspira a romperla toda. Para su concreción, este proyecto necesitaba originalmente de unos 200 mil dólares. La noticia: hasta el momento, con más de 9 mil colaboraciones, llevan juntados más de 300 mil. ¡Púm!, otra patada más. Y con el reloj a favor –tienen, por delante, más de 20 días de un Kickstarter vigente-, todo parece indicar que su billetera engordará muchísimo más.

En la historia, unos malosos se pasan de vivos con un oficial de policía. Y ante la primera dialéctica, hacen volar el patrullero al carajo. En medio de esa irreverencia, Kung Fury, un oficial justiciero con olor a Jimmy o Billy de Double Dragon, pilotea una Lamborghini Diablo, se sube a su techo y carga contra los malosos. Tras ese episodio tendrá que devolver su placa y un objetivo improbable saltara a la vista: matar a Hitler. Pero, atención, no a cualquier Hitler: a un Hitler Kung Fu a... ¡Kung Führer! Así, con ayuda de un recontra hacker viajará en el tiempo hacia el pasado. Pero se les va la mano y llegan hasta tierras nórdicas dando con una asgardiana armada de una AK-47. Luego de un pequeño diálogo, acuden a la ayuda del mismísimo Thor. Ahora sí, ni Hitler ni los nazis tienen nada que hacer con este trío cósmico.

En apenas 2 minutos y 20 segundos, la acción va de Miami en los 80, a la Alemania de los años 40 y desde ahí, sin solución de continuidad, hasta las tierras asgardianas. Entre tanto, valiéndose de un monitor CRT, un Power Glove de Nintendo –ese periférico imposible que permitía recrear, mediante un brazo mecánico, movimientos en tiempo real-, varias Spectrum ZX, Commodere 64 y tal, los héroes ponen un encuadre de situación al cuento: del vintage a la posmodernidad hay un solo paso.

El responsable del proyecto, David Sandberg, que parece tener bien en claro qué es lo que garpa en Internet, aseguró en Kickstarter que si consiguen la financiación propuesta –la posta: ya es un hecho-, el film se distribuirá gratuitamente por Internet. ¿Cuál es la génesis del proyecto? “Cuando lo empecé, fui conducido por una fuerte pasión por los 80 y las películas de acción para crear un film único que el mundo nunca antes había visto, y que ha dado lugar a un tráiler acabado”, dijo Sandberg.

Lo invertido hasta el momento es una cifra mínima –unos 5 mil dólares- en comparación con lo conseguido. La mayor parte del film estará hecho con croma (esos fondos verdes donde el cine, últimamente, apoya su cuerpo -¿vieron 300? Bueno, está hecha a puro croma-) y editada por computadora. Con el dinero recaudado, Sandberg contratará a siete artistas visuales para que trabajen en la postproducción durante seis meses y, de esta manera, terminar la película.


Todos los que quieran colaborar con esta producción maravillosa (¿la mejor de los últimos años?, ¿el más efectivo proyecto crowdfunding que ha dado Dios 2.0?, ¿la más perfecta gema que creó la humanidad?) podrán hacerlo a través de su Kickstarter (http://www.kickstarter.com/projects/kungfury/kung-fury) y las recompensas van desde acceso a material exclusivo, pasando por una edición blu-ray de lujo hasta tener un rol importante en la historia. De esta manera, el sueño húmedo de la nerdencia será película y será de todos.

¿Quién es esa chica? Olivia Wilde

Nota publicada originalmente en el #142 de la revista Haciendo Cine, edición noviembre 2013.

Acá, la versión online.


Olivia Wilde no es una chica cualquiera. Por eso, la pregunta del “¿Quién es esa chica?” sale en voz baja y rapidito. Trabajó en Dr. House y en The O.C. Hizo vasto cine y televisión. Y ahora, su figura desembarca en nuestro país tomando de una mano a Drinking Buddies (uno de sus últimos trabajos) y de la otra al Festival de Mardel (donde se exhibirá). | Por Hernán Panessi

Una nuca imposible –entre los que se distinguen unos hilos dorados que son cabellos pero bien podrían ser cualquier expresión celestial- se sirve cerveza tirada. Esa nuca –que es un cuerpo de mujer pero hay chances de que sea la encarnación de un ente todopoderoso- camina atravesando toda la atención masculina. Unos ojos -también imposibles- se dirigen a una parejita que está por casarse. Y tras esa calma apacible, está ella. Se la ve suelta, desenfada. Canchera pero sin soberbia, con aires femeninos entre tantos varones. Y de fondo, Richard Swift escupe: “Lady luck, she is lovely. Lady luck, she is free”. Y Richard Swift tiene razón: Olivia Wilde es encantadora y libre.
En Drinking Buddies, una de las grandes apuestas del 28º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Olivia Wilde hace de Kate, la única empleada de armas tomar en una cervecería repleta de machos. Ahí, coquetea con su compañero Luke (Jake Johnson) pero el entretejido apunta que están marcados emocionalmente: ambos tienen pareja. Se las presentan entre sí, se las restregan por la cara. Y para unir más esa cofradía improbable, deciden irse un fin de semana de viaje. Juntos, los cuatro. La tensión entre Kate y Luke aumenta. Pero el Dios del Cine apreta todos los botones y otras cosas son las que terminan sucediendo. Sin embargo, hay algo que está claro –y el título, para eso, funciona de maravillas-: ante todo, son compañeros de copas.
Es sabido que la neoyorquina Olivia Wilde se volvió mundialmente famosa luego de su papel en la serie Dr. House, donde interpretaba a la Dra. Remy Hadley, una médica con clara orientación bisexual. ¿A qué viene ese comentario? Es que, también, años antes, tuvo una destacada –y polémica- participación en la tira juvenil The O.C. Allí, Wilde, que era Alex Kelly, tuvo un romance con Marissa Cooper. Y el vulgo dijo: “ah, sí, ya sé, es la lesbiana de The O.C.”. Y el mundo dijo: “qué mujer más linda”.
Comenzó su carrera profesional con La chica de al lado, algo que –en efecto- no es. Trabajó con Cassavetes –Nick, no John- en la dispar Alpha Dog. Metió hit popero con Tron: El Legado y lo legó en Cowboys & Aliens. Hizo comedia con Ryan Reynolds y Jason Bateman en Si fueras yo. Fue dirigida por ese fabricante de éxitos llamado Ron Howard en Rush. Y si de directores hablamos, la tuvo Spike Jonze en Her.
Y en la vida, alguien la supo ver. Un príncipe –astuto, visionario, acaparador- pudo divisarla desde lejos. En el año 2003 y con sólo 19 años de edad contrajo matrimonio con el príncipe –sí, lo de “príncipe” es literal- Tao Ruspoli, miembro de una de las dinastías más prestigiosas y adineradas de Italia. La supo ver pero Wilde, ya quedó comprobado, es libre. Entonces, se le piantó. Y como resulta ser una fémina encantadora, se juntó con un ídem: Jason Sudeikis, comediante del elenco estable de Saturday Night Live. Y la justicia poética ordenó su cosmos uniendo a una belleza con un gracioso. Y el gracioso la tiene complicada: se puso a noviar con la más bella. Y el vulgo tiene un consuelo: “al menos no es un príncipe de esos literales, sino alguien más cercano al humano promedio”. Y el mundo dijo: “¡andate a la puta que te parió!”.

Y esta sección toma autoconciencia –una vez más- cuando apunta que hace exactamente un año, en la edición pasada del Festival de Mar del Plata, pasó por aquí Soko. Una actriz y cantante francesa –también ambigua, la de los lunares en la cara, ¿se acuerdan?- que protagonizó Augustine y ganó el premio a la “Mejor actriz”. La apuesta –que tiene poco de capricho y mucho de fáctico: la rompe fuerte en Drinking Buddies- es augurar mil distinciones para con Olivia Wilde. Y que el vulgo diga: “ay, qué horror el metaperiodismo”. Y el mundo arremeta: “si hay distinciones, ella las merece a todas”. Por encantadora y libre. Pero mucho más, por compañera de copas.

Cita de autoridad por NAVE en Rosario12

Cito:

"Una carta de amor a aquellos videojuegos de antes que uno jugaba a la salida del colegio", escribe Luis Wong. "Un game a la antigua: el olor es a Space Invaders", describe Hernán Panessi. La crítica especializada no para de asombrarse ante NAVE, un videojuego de la empresa argentina independiente Videogamo que se puede jugar solamente en arcade (esas maquinotas de la prehistoria anterior a los family games y la Playstation) y cuyos puntajes pueden consultarse en Internet. "Sobrevive el máximo tiempo que puedas", es el lema.

¡Wou!

Acá, el link a la nota en Rosario12.

Mención en el blog Invencible Vulnavia

Insisto con algo: Diego Trerotola debería escribir más. Siempre que puedo, le demuestro mi descontento por estar escribir poco. Hizo un posteo en su blog y me lo dedicó.