¿Quién es esa chica? Soko

MEDIO: Haciendo Cine
FECHA: Noviembre 2012
¿Quién es esa chica? Soko

De la Tierra a la Luna

Desde Burdeos, Francia, ¿cuándo no?, la chica de este mes nos enamora a todos con su Augustine de Augustine, una de las apuestas más poderosas de la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata. | Por Hernán Panessi

“Mujeres bellas y fuertes, se han ido, mi amigo, y no volverán.”
El Mató a Un Policía Motorizado, en Mujeres Bellas y Fuertes (2012)

Si habría una forma racional de medir la beldad, quedaría anulada por veto eterno y al grito unísono de “¡con la belleza no, eh!”. Ahí, los jueces de las buenas costumbres, aquellos que hacen las veces de termómetro de lo que está bien y lo que está mal, se tomarían de los pelos en una lucha en el barro sobre un cuadrilátero perfumado en Coco Chanel. Y ni siquiera. Es que, dicen algunos -y otros niegan; dejémosle la duda a la convivencia del Bien y el Mal-, gusta lo que es simétrico, aquello que en sus condiciones formales se imprime como una invariancia, como esa operación matemática que siempre da el mismo resultado. Y asomándose por allí está Soko.
Ella, nativa de Francia, de esa factoría inacabable de preciosidades aniñadas, bellas y fuertes, cuyo nombre verídico es Stéphanie Sokolinski, tiene dos influjos de la Luna en su rostro. Dos lunares que, desde los de Cindy Crawford hasta los de Scarlett Johansson (el de Marilyn Monroe no cuenta, no era terrícola, tanto ése lunar como ella eran de la Luna), pueden ser motivo o desencadenante de una Guerra Espacial. A la sazón, Soko no tiene uno, sino dos. Claro, ¿uno en cada mejilla promulgando perfección? ¡No! Uno apenas un poco arriba del lado derecho de su mentón y el otro en la zona media de su pómulo izquierdo. Ahí no hay simetría. Ese es su asterisco, su llamada, su marca de autor. Ahora bien, pese a ello, ¿quién podría negarle a Soko el don de la simetría? Miren el resto, miren esos ojos. Esa cara. Ese cuerpo frágil como el cristal, que en Augustine, bajo la luz del personaje homónimo, en una de las películas más vigorosas de la Competencia Internacional del 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde comparte cartel con Vincent Lindon y Chiara Mastroiani (otra que de lunares sabe bastante), se la ve sólo cubierta por su piel tersa, como Dios la trajo al mundo, en buena parte del largometraje.
Soko, que ya confirma la promesa que aspiraba desde el premio “Best Female Hope”, en los Cesar del 2006, por su rol de Monika en La Mentira, de Xavier Gianolli, es, además de una sofisticada francesita prácticamente nueva para este lado del mundo, una ex cantante indie folk. Con algunos discos editados y algún que otro boom en lugares atípicos como Dinamarca (en donde, parece, ha ganado notoriedad gracias a “I’ll Kill Her”, en el puntapié de su carrera), la misma se ha encargado de enterrar su faceta musical. En su MySpace publicó “Soko is dead”. Más tarde, argumentó: “Después de haber terminado mi último álbum, me di cuenta que sonaba muy comercial y no como mi banda de cochera que tanto amo”. Así, ¿cómo no amarla? A ella, que la rompe en Augustine, que tuvo el coraje –el temple o el error- de abandonar su carrera musical porque creía tozudamente que tenía aire comercial. A ella, que hablando un poquito en francés, despacito, como en “Destruction Of Disgusting Ugly Hate”, se eyecta a la estratosfera cortándose sola. Con sus dos lunares. Desde acá, entonces, le agradecemos al Cosmos la delicadeza de su creación y, sobre todo, la invención azarosa –irracional, ¡vale!, como toda concepción de belleza- de esa “imperfección” que, sí, pese a cualquier canon preestablecido, la hace perfecta, simétrica, sideral.

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