Nota: El Dictador

MEDIO: Revista La Cosa - Cine Fantástico
FECHA: Julio 2012
Nota, página 01
Nota, página 02

Se estrena El Dictador (The Dictator, 2012), el nuevo filme del controversial Sacha Baron Cohen. Y por eso, para celebrarlo, Hernán Panessi armó esta nota enfocada en las aristas slapstick & polémicas, tal vez las más interesantes, de este chiflado humorista británico.

Ali G tararea canchero un tema. El ser canchero, acá, es una condición natural más no una postura impuesta. Está dentro de una limosina llena de bling bling y color dorado. Le golpean su ventanilla. Cogotea para ver. Quien se toma el atrevimiento de correrlo de su microclima es nada más y nada menos que la Reina del Pop (y las mayúsculas no son gratuitas). La Reina del Pop, en todo su derecho de reina, le pregunta si él es su conductor. Mientras, le pasa un CD que Ali G mete en su auto estéreo. “Hey, Mr DJ, put a record on. I wanna dance with my baby”, dice una voz entre maricona y machosa que bien podría haber salido de un disco de George Michael. Y ahí, sí, parte el video. Estamos hablando de Music, clip dirigido por Jonas Akerlund, tema uno del disco homónimo de Madonna, uno de los mejores 500 álbumes de todos los tiempos según la revista Rolling Stone, aquel que lanzó a la masividad absoluta a Sacha Baron Cohen, más conocido como Ali G o Borat o Bruno o, en breve y de ahora en más, también, como Aladeen, el dictador. Por caso, Haffaz Aladeen (Sacha Baron Cohen, claro, ¿quién otro, sino?) es un bizarro dictador de la nación africana Wadiya –a propósito, ¡por favor!, no se pierdan el site oficial de este “país”: www.republicofwadiya.com y vean el apartado “historia”-, distinguida por ser riquísima en oro. Aladeen, en su esencia, es tan egoísta y despiadado que, como buen cliché del dictador de Medio Oriente, ejecuta a quien no esté de acuerdo con sus ideas y no escatima en amenazas para Occidente. Entonces, en consecuencia, será convocado por la ONU para abordar estas preocupaciones y, pequeño detalle, declarar sobre un polémico programa nuclear que pergeña. Está comprobado que en el “cosmos Baron Cohen” todo está permitido. Fue rapero siome –pese a esto o con ello, en un misil cargado de provocación- y presidente de los Estados Unidos, una descerebrada celebridad kazaja de la televisión británica en búsqueda de Pamela Anderson –en el colmo de la norteamericanidad, encontrando el macguffin gringo por antonomasia-, un modelo alemán pseudo nazi –capaz de adoptar un niño africano porque “están a la moda”- y, ahora, de ponerse en la piel de un dictador con tufillo al noventoso Saddam Hussein. Esto hace que muchos, sencillamente, no lo entiendan o lo renieguen. Una lástima, ya que el objetivo –el suyo, sobre todo- siempre es hacer reír con cualquier medio necesario. Está claro que desde los estereotipos sociales se puede hacer comedia y ahí radica el foco de la polémica. Sin embargo, hay que decirlo, esta es su mayor virtud: pone luz sobre oscuridades y de ahí construye. O, más bien, deconstruye. Y si alguien se siente ofendido con ello, es así: simplemente, la comedia no es para todo el mundo. El Dictador (The Dictator, 2012), su última película (aunque este año prestó su voz para la nueva de la franquicia Madagascar), se trata de una leve desviación de Ali G Anda Suelto (Ali G Indahouse, 2002), Borat (Borat: Cultural learnings of America for make benefit glorious nation of Kazakhstan, 2006) y Brüno (2009). Con sus películas anteriores, las personas reales eran ridiculizadas en rigor de sus reacciones y el capitalismo o ciertos modos de consumo siempre fue eje de dardos. En esta, aunque con la misma incorrección política y bajo esos altísimos niveles de provocación, vale aclararlo, las situaciones son totalmente ficticias, aunque las críticas y señalamientos sigan siendo los mismos. A su vez, contiene un buen reparto de apoyo que le da un carácter cómico –para no perderse la aparición de, entre muchos otros, John C. Reilly-, esparcidos por todo el filme. Son 83 minutos de puro humor slapstick que, como en el video de Madonna, como en su mencionada filmografía, es Sacha Baron Cohen el que se come al universo sin importar quién esté a su lado. Y por ahí anda la mano.

El slapstick y la identificación
Según consta en definiciones oficiales, el “slapstick” es un tipo de comedia que implica exageración de la violencia física. Este estilo es muy común en los tipos de entretenimiento en los cuales se da por hecho que el público entiende y espera la naturaleza hiperbólica de tal violencia, en la que se exceden los límites del sentido común, permitiendo –así- una risa no cruel. En cine, cada uno a gusto con su coyuntura, fueron actores notables como Búster Keaton –en los años ’20 se convirtió en el comediante más famoso del mundo-, Charles Chaplin –criticó, desde adentro, el capitalismo y le dio duro a la Segunda Guerra Mundial-, Laurel y Ardí (El Gordo y el Flaco) –desde el cine mudo, a mitad de siglo, fueron una de las mejores parejas cómicas del cine, tanto que en Argentina tuvieron su propios tributos: Gustavo Monje y Omar Calicchio & Jorge Porcel y Alberto Olmedo- o Los Tres Chiflados –48 años de permanencia, 190 cortos, 100 mil agarradas de oreja, 50 mil trompadas- quienes se distinguieron en este tipo de comedias. Incluso en dibujos animados tales como Tom y Jerry o Looney Tunes, supieron llevarlo con hidalguía. El Dictador, sostenida en esa lógica, entonces, deja ver las grietas en su influencia del slapstick y de las primeras películas del maestro Woody Allen, como: Lily, La Tigresa (What’s up, Tiger Lily?, 1966), Toma el dinero y corre (Take the Money and Run, 1969), Bananas (1971) y La Última Noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975). Y en el mundo de la comedia, dejar entrever ese carácter germinal es todo un cumplido. A la sazón, al igual que las películas de Baron Cohen, estos filmes de Woody Allen, en su fase de pre-legitimación mundial, fueron igualmente malentendidas. Es que, además, como es de esperarse, su estilo de escritura le debe mucho a Allen pero, asimismo, su calidad actoral, en términos de identificación con los personajes, está fuertemente influenciada por otro de los grandes del humor: Peter Sellers. ¿Qué otro podría hacer los tres personajes que interpreta en Dr. Insólito (Dr. Strangelove, 1964) y ser nominado a los Oscar por esos tres roles? ¿Quién más sabría darle vida al policía más torpe de Europa, Jacques Clouseau, como en La Pantera Rosa (The Pink Panter, 1963)? ¿O ser, simplemente, el Hrundi V. Bakshi de La Fiesta Inolvidable (The Party, 1968)? De no existir Seller, ¿quién podría hacerlo? Pues nadie. Aunque, de aquí en adelante, hay un nombre capaz de intentarlo. El heredero del slapstick se llama Sacha Baron Cohen, tiene toda la versatilidad del mundo, y para comprobarlo, en breve, luego de su experiencia como dictador, desentrañará a uno de los más imitados, más nunca igualados: hará de Freddie Mercury en A Kind of Magic (2004).

Sacha Baron Cohen: sus comienzos como modelo
Tal vez muchos lo desconozcan, pero detrás del tupido bigote de Borat, de la onda de Ali G y del culo desnudo de Brüno, hay en Sacha Baron Cohen un inicio no muy divulgado: sí, fue modelo publicitario. A mediados de los noventas, antes de convertirse en una celebridad, al abandonar la universidad, Baron Cohen trabajó un tiempo como modelo apareciendo en una serie de revistas de moda masculina. La adición de su delgada figura, su altura y su particular rostro lo hicieron propicio para ese mundo. Y al parecer, según consta en las leyendas, estos inicios han inspirado el personaje de Brüno. Igual, sea como sea el cuento, le perdonamos todo.

Top 5 de controversias
1. En una entrevista con el ex diputado británico Neil Hamilton, en 2000, Ali G le ofreció fumar marihuana y este aceptó provocando controversia en los medios de comunicación locales.
2. En el estreno de Borat, en 2006, llegó a Leicester Square en un carro tirado por una mula y un número de mujeres de Kazajstán. Saludo así: “Buenas noches señores y prostitutas”.
3. En septiembre de 2008, irrumpió durante un “fashion show” de Agatha Ruiz de la Prada vistiendo un traje de velcro. Las luces se apagaron y la seguridad del lugar lo sacó “muy amablemente”.
4. Caracterizado como Bruno, aterrizó (¡en ojete!) sobre el rapero Eminem en los MTV Movie Awards de 2009 y protagonizaron una pelea en la que intervinieron miembros de D12.
5. Acudió a la entrega de los premios Oscar personificando al General Aladeen portando una vasija desde la que intentó desparramar, por la alfombra roja, las cenizas del dictador coreano Jim Jong Il.

0 comentarios:

Publicar un comentario