Nota: De la animación al live action

MEDIO: Revista Haciendo Cine
FECHA: Marzo 2012 2012
De la animación al live action 01
De la animación al live action 02

Migrantes

Desde la llegada de Pixar y del desembarco definitivo de la animación como signo de entretenimiento para todas las edades, el público sólo ha devuelto caricias, elogios y buenos comentarios. Ahora, sujetos a un naciente fenómeno, los grandes de la animación dejan su representación más clásica para aventurarse en nuevos conceptos. Por Hernán Panessi

Hay, en la historia del cine, un buen número de directores (digámosles: de corte “tradicionales”) que han hecho y dirigido películas de animación. Controlar plenamente todos los aspectos de la realización es una de las argumentaciones más escuchadas a la hora de hacerlo. Sin embargo, el viaje a la inversa, la migración otrora menos pensada, de la animación al live action, es cada vez más común y cotidiana.
Atraídos, acaso, por la agilidad en los tiempos de producción –para hacer un film de animación se tardan de dos a tres años; para un live action, considerablemente menos- varios son los directores que han saltado a dirigir “acción en vivo” (ver recuadro). Por caso, dos han llegado recientemente a la cartelera local: Brad Bird con la anabólica pero simpática Misión Imposible: Protocolo Fantasma y Andrew Stanton con este filme de acción y aventuras llamado John Carter.
Veterano de la animación, ducho en el seño de Pixar, Stanton, quien ha curtido desde Toy Story hasta Bichos, una aventura en miniatura, pasando por esas joyas que fueron Buscando a Nemo y Wall-E, se despacha ahora con una franquicia que alcanza su segunda intervención en cines después de Princess of Mars –aquel con casting psicotrónico, sujeto al protagónico del modelo italiano Antonio Sábato Jr. y al de la ex lolita porno Traci Lords- y de un corto fallido de la década del ’30 que Bob Clampett, animador de Looney Tunes, quiso producir tras conversaciones con el mismísimo Edgar Rice Burroughs, escritor de género fantástico, responsable de la existencia de John Carter y creador, entre otras cosas, del mundialmente famoso Tarzán.
Llevando adelante una aventura épica desarrollada en el planeta Barsoom (Marte), un mundo habitado por tribus guerreras y seres salvajes, John Carter, personaje principal que da nombre a la película y a 11 novelas nacidas entre 1917 y 1964 de las que Stanton se ha manifestado como fan temprano, es un veterano de la Guerra Civil Americana que será transportado inexplicablemente al “planeta rojo”. Una vez ahí, para su sorpresa, se verá inmerso en una guerra contra un extraño ejército de marcianos. Será allí, en un mundo al borde del colapso, donde Carter volverá a descubrir su humanidad en cuanto revele que la supervivencia de Barsoom y su gente descansa, finalmente, en sus manos.
Pese a las aristas cinematográficas de John Carter lo importante, aquí, es la evolución de Stanton hacia el terreno del live action: “el paso de la animación a la acción real no fue tan extremista como había pensado. Sabía que demandaría mucha paciencia y serían días increíblemente largos, pero debo decir que me acostumbré al ritmo”, dijo en una entrevista refiriéndose a esta primer experiencia lejos de las computadoras y el trajín de softwares. “No es tan difícil como piensas y las conversaciones que tuve con mi equipo de realizadores de acción real fueron similares a las que tenía con mi equipo de Pixar. Los roles son básicamente los mismos en ambos medios, lo que cambia es la forma en la que los ejecutas”, agregó, a propósito de las similitudes entre su anterior laboro y este nuevo desafío. En declaraciones al sitio Bleeding Cool, donde narró las vicisitudes del paso por el live action y la comodidad que sintió frente a pedir retomas en reiteradas oportunidades, cuestión novedosa para su persona por obvios motivos, comentó que “es como si yo le dijera a usted que puede escribir un artículo pero sólo puede escribirlo de una vez. No puede cambiar ni una palabra de lo que coloque. Así es cómo se hacen las películas, y es jodido. De alguna manera, hay que ser capaz de equilibrar la economía y dejar que el artista sea un artista, y no tenerle miedo al fracaso o al ensayo y error”. Claro, esto sólo es posible cuando detrás hay una compañía infinitamente poderosa como Disney, que ha gastado –según el presupuesto que figura en el box office de IMDb.com- unos 250 millones de dólares en el proyecto, y que no repara jamás en derroches cuando detrás hay directores y proyectos blockbusters como estos.
Concluida John Carter, Stanton se ha mostrado siempre bienaventurado con su nueva faceta: “para mi sorpresa, descubrí que me encantó estar al aire libre y en diferentes locaciones cada día. Es un lindo cambio después de estar en la misma oficina durante años”. Entonces, por como viene la mano, la pregunta es: ¿veremos más películas de los reyes binarios actuadas por crews de Hollywood? El tiempo y la respuesta del público lo dirán. Mientras tanto, los popes de la animación sólo quieren mudarse de estándar y divertirse.

Otros casos

Los casos de Bird y de Stanton no son, desde ya, los únicos. Algunos exponentes del mundo de la animación que han sabido pasar a dirigir, sí, bajo las aristas de su formato primo hermano, la acción real, son: Rob Minkoff (de El Rey León a El Reino Prohibido), Andrew Adamsom (de Shrek a Narnia), Vicky Jenson (de El Espanta Tiburones a Post Grad), Tim Burton (de Frankenweenie a buena parte de su ecléctica filmografía), Kevin Lima (de Tarzán a Encantada), Phil Lord y Chris Miller (de Lluvia de Hamburguesas a 21 Jump Street), Karey Kirkpatrick (de Vecinos Invasores a Nuestro Mundo Fantástico), Jimmy Hayward (de Horton y el Mundo de los Quién a Jonah Hex), Trey Parker y Matt Stone (de South Park a BASEketball & demás). Así, conforme las experiencias se concretan, que –está claro- a estas alturas ya no son pocas, el devenir se da más natural. De esta forma, siempre que haya historias para contar, estará el director que las cuente. Lo visto: sea en dibujitos o en carne y hueso.

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