Nota: "Cine en Internet"

MEDIO: Revista La Cosa - Cine Fantástico
FECHA: Junio 2012
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Todo parece indicar que el futuro del cine y la televisión pasa por incorporar Internet, de alguna forma, a tal baraja. La piratería, la respuesta de la industria y las alternativas gratuitas. Nuestro nerdo number one, Hernán Panessi, curtió todos los mambos y te cuenta cuál es y cómo queda el panorama.

Cine e Internet: Mutación de la entelequia “Industria”
Imagínense cómo, pese al negocio multimillonario que significó la industria cinematográfica durante décadas en –por ejemplo- Norteamérica, mencionándola como referente ineludible a partir de su voraz cultura del consumo, ésta disminuyó sensiblemente ante el territorio de Internet –el “no lugar” por excelencia seguido del shopping y los aeropuertos-, encontrando una cada vez más tambaleante producción de largometrajes y, sí, más contenidos fragmentados (los portales de videoshare –YouTube, Vimeo, Dailymotion, por ejemplo- dan fe de tamaña mutación de las políticas de mercado). Imaginen, entonces, si es que de esta forma están dadas las condiciones para un mercado de potenciales 308 millones de consumidores como es el estadounidense, ¿cuál es el rebote que hay de ese fenómeno mundial en nuestro país? Casi por emulación, por efecto de contagio, en estos lares, como en todo el “mundo occidental”, pregona tanto el 2.0 legal como el download pirata (cuál va primero en tendencias es harina de otro costal). Mutó el consumo, se ampliaron las especificidades a niveles populares, pero lo cierto es que, con ello, se dispersó también un legado que trasciende a la industria cultural. Internet es, a la vez, propagador y enemigo, evolución y retroceso, oportunidad y fracaso. Una dualidad tan estrecha que promovió, en concreto, que las formas de producción & consumo cambiaran para siempre.

El caso Cuevana
Atravesando tanto el ascenso como la caída de esta caja de resonancias llamada Cuevana, invento argentino que puso en jaque –intelectual, legal y económico- a la industria del cine distribuyendo material audiovisual en forma gratuita, hubo un sitio web de alojamiento de archivos que fue su plataforma básica de acción: Megaupload, una página con aspiraciones de tomar la posta en la libre transferencia de información que, a la sazón, fue cerrada el 19 de enero del 2012 por labor del FBI. Cuevana, al igual que Taringa!, otrora comunidad de descargas hoy devenido en foro multitudinario, o SeriesYonkis, misma evolución, ahora convertida en red social a raíz de la Ley Sinde española (que otorga potestad al Ministerio de Cultura a cerrar páginas webs que, según su criterio, vulneren la propiedad intelectual), no alojaron material en sus servidores. Y acá aparece Megaupload. Su cierre, más el advenimiento de la Ley SOPA (acta de cese a la piratería en línea) y PIPA (propuesta de ley que otorga poder al gobierno de Estados Unidos de apropiarse de dominios, según lo considere), por caso, remitió directamente a todo el contenido que estaba alojado en sus servidores y que era linkeado, entre otros tantísimos, a Cuevana. La cantidad de dos millones de visitantes mensuales únicos que manejaba el portal nacional, creado en el año 2009 por Mario Carosio, David Fernández y Tomás Escobar, se redujo en forma sustancial en función de la desaparición de Megavideo, provisto por Megaupload, y de Stage6, también extinta pero pionera en esto del material en HD, donde se permitía reproducir a través de un streaming que ya no es tal. Al ser Megaupload, además de popular y gratuito, un interesante modelo de libre circulación con un potente servidor, su desvanecimiento significó la caída de, sí, su principal plataforma. Cuevana, por estos momentos, además de sufrir careos legales, cuya referencia es el dictamen que recibieron los fundadores de The Pirate Bay o, mismo, la revolución de Napster y “los derechos de autor”, sigue brindando este servicio –todavía en el limbo de lo legal e ilegal, como todo el ámbar que propone Internet- orientándose, sobre todo, a la visualización de cine independiente, cuyo antecedente fue la película Stephanie (2011), dirigida por Maximiliano Gerscovich, estrenada directamente en esta plataforma web. Asimismo, en Cuevana, de un tiempo a esta parte, sólo se ven contenidos autorizados por sus dueños, mutando su fondo más no su forma.

La respuesta a la piratería
Dicen algunos que Netflix fundió a Blockbuster. Otros entusiastas comentan que, en realidad, la cosa resultó más truculenta: lo asesinó. Lo cierto es que para competir con el servicio de video bajo demanda –sistema que permite al usuario acceder a contenidos de forma personalizada- de Telefónica y Cablevisión, ahora también, seducidos por el bajo costo de las licencias, desde septiembre del 2011, llegó Netflix a nuestro país. Además, a nivel mundial, muchos señalan que éste sería un golpe fuerte para la piratería. ¿Y qué significa eso? Pues, lo dicho, que los modelos de consumo y negocios han mutado. Que hace tiempo, también, los pocos videoclubes que quedan son más lugares de culto que templos victoriosos. Y que, en teoría, la avanzada de la piratería puede ser no tan letal si lo ofrecido significa buen servicio (el ejemplo de efectividad más cabal son los festivales online, que –si bien no reemplazan a los festivales tradicionales- se consideran como el futuro de la exhibición). Es que ahora, pagando una membresía –posible, en efecto-, e incluso hurgando en sitios de distribución de material legal y gratuito como Comunidad Zoom, Crackle (del conglomerado de Sony) o los más profesionales Cinando o Festival Scope y, sobre todo, considerando aquellas obras de factura original para medios como YouTube o Hulu, se puede acceder a una buena cantidad de material audiovisual, elegir la configuración de video para regular el streaming según el ancho de banda, y, todo, en la comodidad del hogar, amparándose en un marco de legalidad. La respuesta de la industria ante la encrucijada de la piratería no parece ser tan apocalíptica. La vuelta posiblemente pase por sumarse al territorio cibernético con material complementario al emitido en los cines, canales de televisión o DVDs. Así, sujeta a esta coyuntura, deviene el panorama actual en materia “relación cine y televisión / Internet” que, al tratarse de algo tan mutante como lo binario del Ciberespacio, quedará vetusto a los 5 minutos de leída esta nota.

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