Nota sobre Qué Pasó Ayer Parte II

MEDIO: Revista Haciendo Cine
FECHA: Junio 2011
Nota en gráfica

Theatricals | ¿Qué pasó ayer? Parte II

Resacón en Tailandia

Subiendo un escalafón en demencia, ¿Qué pasó ayer? Parte II continúa con el legado de fiestas zarpadas y actualiza aquellas celebraciones memorables del cine norteamericano circa finales de los 60s. Por Hernán Panessi

En el buen sentido, ¿Qué pasó ayer? Parte II es más de lo mismo de lo que teníamos en la primera entrega, aquella que había cumplido destruyendo esa histórica ausencia de atrevimiento hollywoodense, retratando –por fin- el desvarío de las parrandas salvajes. Montones de guiños, personajes y temas se presentan en diferentes formas, otra vez, después del mencionado hit del año 2009.
Sin embargo, pareciera que los guionistas sabrían de antemano que los conceptos de “segundas partes” y “sorpresas” no suelen ser, habitualmente, tan frescos ni fáciles de tratar. Así que en lugar de quedarse tibiecitos, con la enorme ciencia de seguir haciendo reír, tuvieron el valor de ir al choque con todo y contra todo. De aquí en más, para señalar la pericia de un notable Todd Phillips, su director y uno de los responsables del guión, hace un buen tiempo inmiscuido en este despelote de comedias juerguistas (con Aquellos viejos tiempos y Viaje Censurado como puntos más altos), habría que reivindicar absolutamente la entelequia “incorrección política”.
En ¿Qué pasó Ayer? Parte II, quien se casa es Stu (Ed Helms), el más tranquilo del grupo, eligiendo como destino de bodas a Tailandia, país de origen de su enamorada Lauren (Jamie Chung), llevando a todos sus amigos y parientes hasta el Sudeste Asiático. De esta forma Phil (Bradley Cooper), Alan (Zach Galifianakis), Doug (Justin Bartha) y Stu se subirán a un avión para llevar a cabo una velada tranquila. O tal vez ése no sea el plan de todos: en medio, alguien querrá llevar a cabo otra elíptica despedida de solteros. Una vez ahí, la noche antes de la ceremonia, los muchachos deciden ir a tomar una copa a la playa, llevando consigo al hermano menor de la novia, el prodigio dieciseisañero Teddy (Mason Lee).
A la mañana siguiente despiertan con otra de sus resacas infames, tan lamentable como para no recordar nada de lo acontecido 48 horas antes. Esta vez, no los acoge una suite glamorosa en Las Vegas, sino que están en algún lugar de la más roñosa Bangkok, y no es Doug el que se ha ido, es ahora el adolescente Teddy. Además, pequeños detalles: hay un mono dealer en la habitación, Stu tiene un tatuaje del estilo de Mike Tyson en su rostro, Alan está totalmente rapado, encuentran un dedo en una hielera y, de alguna manera, el Sr. Chow (Ken Jeong), el secuestrador de la primera, uno de los que se roban la película con su histrionismo y desenfreno, está allí.
La dinámica entre los personajes principales es tanto increíble como hilarante. Aquí tenemos la oportunidad de conocer más sobre los personajes y cómo se sintieron después de estar en la primera historia, aquel primer parrandeo nightlife en la pecaminosa ciudad de Las Vegas. A ello lo sostiene, por su parte, una impecable estructura de guión a lo thriller pensada para generar suspenso e intriga permanente.
Esta secuela ofrece todo lo que se espera de ella: diversión, escatología y sexo desenfrenado -¡esos travestis, por favor!-. Una de las mejores películas en lo que va del año, sin nada que envidiarle a jodas como las de Easy Rider o The Party.

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